jueves, 6 de junio de 2013

"Caracol, col, col, saca los cuernos...."


Hace unos meses, mientras le daba de comer a Julia, presencié una sencilla pero a la vez gran clase de educación de una madre hacia su hija, de la cual, os quiero hacer participes.






Una tarde de domingo cualquiera, charlábamos una mama y yo sobre bebes, crianza, lactancia... etc. Me resultaba extraña la situación, ya que era la primera vez que una mama veterana me preguntaba por mi experiencia, y además, hasta parecía que le interesaba. Yo me fui creciendo y contando y contando, y ella incluso a veces asentaba con la cabeza. Hasta ese momento, había hablado con muchas mamas que me contaban sus experiencias; como ellas le daban el bibe, como lo dormían, si le dejaban llorar, si no...etc, pero ninguna, me había preguntado directamente por mi forma de hacer. ¡Yo estaba encantada!.


Entre tanto, su hija apareció en escena. Llevaba en la mano un vaso de plástico con un caracol. La niña estaba encantada con su nueva mascota, y su intención era llevársela a casa.






La madre atendió a su hija, escucho los planes que tenía para el caracol, y simplemente le dijo: "Me encanta ese caracol" "Que pena que no este en el campo"....

La niña se marcho y siguió jugando con el caracol. Y nosotras continuamos con la conversación.

Al rato, la hija volvió y le enseñó a su madre de nuevo el famoso caracol, al cual ya incluso le había puesto nombre. La madre, tranquilamente, le volvió a decir: "que pena que el caracol no este en el campo con su madre".

La hija, se volvió a marchar,  pero esta vez, parecía que estaba más pensativa. Y nosotras seguimos charlando.

La tercera vez que vino, le enseñó el vaso vacio y dijo: "Mama, he dejado al caracol en el campo con su mama". La madre le felicitó por su decisión, y le animó a seguir jugando sin darle más importancia, mientras nosotras seguíamos a lo nuestro.

Cuando me marché a casa, pensé que yo de mayor quiero ser así. Para mi, la actuación de esa madre en esa situación que parecía sin importancia la definiría como  EL ARTE DE EDUCAR.
Es como cuando ves a un bailarín girar como una peonza, y lo hace tan natural, que parece fácil. Pero cuando lo intentas tu, es cuando te das cuenta de la verdadera técnica que requiere, y lo difícil que es en el fondo.





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