miércoles, 8 de mayo de 2013

¿Das pecho? Naturalmente.

Dar la teta se ha convertido en algo excepcional en lugar de ser lo normal. Nuestras abuelas y bisabuelas no tenían problemas para dar el pecho. ¿Por qué a nosotras, tan cosmopolitas y modernas, nos cuesta tanto?
Nuestras abuelas tenían siempre cerca a alguna vecina, amiga o familiar que estaba dando pecho, y por lo tanto, tenían algo clave que nosotras no tenemos; información directa. Ahora el problema es que tenemos tanta información, que al final terminamos desinformados.

Cuando Julia nació, en el hospital nos explicaron varias cosas, como por ejemplo, como cambiar un pañal, cómo curar el ombligo... . En cambio nadie me enseñó como dar de mamar. Recuerdo que una enfermera que pasaba por allí me dijo: "Cuando llore y abra la boca es buen momento para meterle el pecho".
Ahora viendo todo con perspectiva, y poniéndome en los patucos de mi hija, pienso que tampoco tuvo que ser nada fácil para ella.
Estaba calentita y protegida dentro de su madre, comiendo a demanda sin ningún esfuerzo a través del cordón umbilical. De repente, y tras un parto nada fácil y con una buena dosis de epidural, (para que en teoría no sufriera su madre), sale al exterior. Llora, como es lógico, por lo desconocido, y en ese momento, le enchufan enérgicamente una teta de grandes dimensiones en su diminuta boca. Viéndolo así, no fue un gran recibimiento. ¿No os parece?
Creo que en la crianza de nuestros hijos nos falta una buena dosis de empatía en demasiadas ocasiones.
Por otra parte, antes tampoco tenían la facilidad que tenemos nosotros para comprar un biberón. Si ellas no podían dar teta, tenían que buscar una nodriza, y eso, no era tan sencillo como ir a la farmacia a pedir un bibe. El biberón y la leche en fórmula, nos la están vendiendo a todas horas; en la TV, la amiga que te dice: "mi hijo toma bibe y duerme del tirón toda la noche", el padre que quiere participar al 100% en la alimentación del bebe en lugar de complementarse con la madre....
En fin, que la sociedad parece que se empeña en mutar una parte natural de la vida de la mujer. Algo que hasta ayer, ha sido lo natural. Somos mamiferos.
Las que alimentamos a nuestros hijos con nuestra teta, ni somos más sacrificadas, ni raras, ni supone un esfuerzo extra, ni nos quedamos anémicas, ni se nos cae el pelo, ni nos quedamos sin vitaminas...
Simplemente utilizamos la teta para alimentar, como el oído para escuchar.











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